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miércoles, 16 de enero de 2013

Todo lo que nuestras ciudades le deben al coche.

Cuando paseo en bici por los caminos de mi localidad, entre la soledad y el silencio reinante, entre campos de cultivo y arboledas, echo mucho de menos toda esa bonita parafernalia que los coches han traído a nuestras ciudades, con sus bonitos colores y adornos que han cambiado la faz de nuestras urbes.
Y es que, ¿qué sería de nuestras ciudades sin el coche?
No tendríamos esas coloridas señales que nos indican qué hacer en cada momento y que regulan nuestra vida al milímetro.


Sí, incluso esas que demonizan a peatones, ciclistas y escolares como si fuesen el peligro real, y no el coche.
Tampoco tendríamos esos bonitos semáforos que regulan tan bien el fluír de las máquinas por las calles y en los cuales, tras esperar tres minutos, disponemos de esos eternos 20 segundos para cruzar andando 4 carriles.



Porque, reconozcámolo, qué sería de nosotros sin esas rayas blancas que, dibujadas sobre el asfalto, nos permiten ir a donde queramos y en las cuales se producen la mayoría de los atropeyos en nuestras ciudades.


Estas últimas, acompañan a esos espaciosos remansos de paz y seguridad llamados aceras y que nos aislan del tráfico mediante una infranqueable elevación de unos 2 a 10 cm. para que nuncan sean invadidas.


Y claro, estas accesibles aceras necesitan de elementos indispensables para que todo el mundo pueda caminar por ellas y, por supuesto, subir y bajar de las mismas, sobre todo las personas con discapacidad, que son respetadas en todo momento.


Pero lo más impresionante son esos miles de kilómetros de ese bonito asfalto. Ese toque gris chic que puebla la mayoría del paisaje urbano. Esas maravillosas calles y avenidas dedicadas al tráfico a motor con sus direcciones pintadas y esos incordiantes reductores de velocidad que, con el cumplimiento de las normas reinantes y la cordialidad en la circulación, no entiendo por qué están ahí (seguro que para ayudar a los ciclistas a hacer cabriolas).



¿Y qué me decís de esos maravillosos tipos de cruces, las rotondas, que hacen más fluído el tráfico, adornan con sus esculturas y evitan todo peligro porque todos los conductores saben perfectamente circular por ellas? ¿Qué sería de nosotros sin ellas, sin tener que dar un enorme rodeo para cruzar o ser invisibles cuando vas en bici?


¡Ah! Y el descanso del vehículo. Esas miles de rayas en el fondo gris urbano que reservan 10 metros cuadrados para que cada coche repose en un sitio tranquilo, pagadas con el erario público. Con especial mención a aquellas en centros hospitalarios y edificios de uso común. ¿Quién querría ver una zona verde desde su ventana pudiendo admirar esta maravilla urbana?


¿Os imagináis vuestras ciudades sin todo esto, sin asfalto negro, con bonitas baldosas o la simple y acomplejada tierra en amplios paseos, con sendas para bicicletas pavimentadas en color, llenas de árboles, con zonas de recreo, juegos y sin el continuo ronroneo de motores y claxons, sin olor a combustible quemado, en las que pudieses desplazarte por cualquier sitio sin esperar a que cambie de color una luz? ¿Sois capaces de imaginarlo? Pues hacedlo, porque aquí no hay fotos... Pero sí una pequeña ayuda.

1 comentario:

La cueva del río dijo...

Perdona, estaba emocionado al leer el artículo y no vi que ya tenías un correo de contacto. Elimino el comentario anterior, ya te he enviado un correo.

Hablando sobre este artículo, decirte que estoy totalmente de acuerdo con la crítica que haces al dominio abusivo del asfalto y del vehículo a motor en la ciudad. La bicicleta es un método mucho mejor para desplazarse con los objetivos que normalmente nos marcamos los ciudadanos a la hora de movernos por la ciudad. Además, usar la bicicleta lo entiendo como un sigo de rebeldía contra la petrodependencia.

Un saludo y gracias por reivindicar el uso de la bici en Miguelturra-Ciudad Real!!